Dejate lle-Bar

Dejarse de llevar x una decisión, x un bus, Ilha Grande, Rio de Janeiro y un velero.


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Caipirinhas, azucar negra y gente boa

Vista de la posada, Vila do Abraao, Ilha Grande.

Vista de la posada, Vila do Abraao, Ilha Grande.

Moneda local: Real

Única actividad económica: Turismo

Medio de transporte: Barco, lancha, taxi boat, catamarán, bici y pié.

Pensamiento frecuente: No puedo creer en el paraíso que estoy viviendo.

Frase de cabecera: Disculpe, mas sou moradora, não turista.

Clima: Caluroso y humedo. Muchas lluvias.

Problema local: Los hongos en la ropa.

Así, con estos items fue como con dificultades me fui adaptando al estilo de vida isleño. Al segundo día que llegué, tuve  las cuatro entrevistas de trabajo que pude organizar por  e emails antes de ir. Y ya ese día tenía trabajo. Elegí el lugar que me parecía más bonito ¿por que no darme ese gusto, ya que estaba en un paraíso?

            Era una bella posada frente a una bahia, una de las posadas con más intimidad en la isla, y con más romanticismo. Mi función sería de gerente, una especie de recepcionista, encargada de que todo funcione bien. Y ahí para mí llegó lo más interesante, practicar mi portugués con mis compañeros de trabajo, que en realidad…no me entendían casi nada. Carla, la gerente principal y permanente de la posada me entrenó con toda la paciencia, ya que hablaba portugués en forma lenta para que yo entienda. Mi horario sería de 15 a 23 hrs y mis funciones serían las mismas que las de Carla pero a ese horario. Como era temporada alta, también compartí la función con Gerardo, un señor uruguayo que tenía a toda su familia viviendo en la isla, y decidió quedarse unos meses y buscarse  un trabajo. Él era mi soporte idiomático, hablaba muy bien inglés, italiano, francés y portugués. Un capo.

Grupo de huéspedes y staff. De derecha a izquierda, Ezequías, Fer,Silmara,André, Gerardo y yo de remera verde.

Grupo de huéspedes y staff. De derecha a izquierda, Ezequías, Fer,Silmara,André, Gerardo y yo de remera verde.

Mi horario lo compartía con Silmara, la cocinera morena más linda que había visto, de 44 años, 4 hijos y un físico envidiable, Ezequías de 21 años, marinero isleño que trasladaba en el barquito del la posada a los huéspedes, desde el muelle principal al muelle de la posada, y también nos trasladaba a nosotros que entrábamos a las 15 hrs y lo esperábamos también en el muelle. Ivan y Tanderson, otros marineros, uno carioca y el otro bahiano que a veces hacían el horario de la tarde y André el dueño de la posada. André es fotógrafo documentalista y paulista. Por lo conversado con él sus trabajos son especialmente sobre la comunidad afrodescendiente en Brasil y como una vez él me dijo comunidades de difícil acceso. En uno de sus libros retrata la vida dentro del expresidio que había en Ilha Grande hacía muchos años,  o Caldeirão do Diabo. Hacía ya varios años él y su esposa habían iniciado este proyecto de la posada. Desde mi criterio una de las más bonitas y con mejor vista de la isla.

Aprendí a hacer caipirinhas, la primera bien, pero poco a poco, fui ganando velocidad. Caipirinha de maracuyá con azúcar negra…es, fue y será una de mis preferidas.

En fin…tuve que aprender en portugués la carta para ofrecer la cena a los  huéspedes:

Pão de alho

Povo ao vinagrete

Peixe com banana, peixe com leite de coco

Lazanha de berengela.

Bolo

Frango grelhado com arroz e feijão.

Peixe grelhado.

Controlar la mercadería, hacer el pedido de frutas, comidas, era la tarea que más me gustaba. Y entender el portugués por teléfono, una tarea muy difícil al comienzo.

Ya estaba en Brasil…todo me marcaba que estos meses serían uno de los mejores veranos de mi vida. Un barquito, el agua, las caipirinhas de maracuyá con azúcar negra, mis compañeros. Todo eso era nuevo y me hacía feliz.

Y sí, ya estaba en este paraíso natural, en un lugar soñado…


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Ilha Grande…mi primer y gran destino.

Praia Abraozinho, Ilha Grande, Brasil

Praia Abraozinho, Ilha Grande, Brasil

Después de analizar y de imaginar, consultar con gente que vivía en Brasil, leer sobre distintas ciudades y  planear. Me decidí por un lugar muy interesante. Ilha Grande, en el estado de Río de Janeiro. Lo que más me seducía de Ilha Grande era  la idea de vivir en esta reserva natural, donde no dejaban entrar autos y solo se podía caminar y andar en bici. Había muchas cosas por conocer en la isla, muchas caminatas para ir meditando, paseos en barco, unas hermosas playas y actividades náuticas. Quería experimentar vivir en un paraíso así, sentirme una local, entender que pasa en un lugar como estos, que te genera diversión, estrés o preocupación y como se disfruta el día  y la noche. En fin…experimentar y andar todo el tiempo con ropa de verano. Eso quería. Ya estaba ahí… y no podía retroceder.

También, en algún momento iba a querer conocer Rio de Janeiro, así que decidí quedarme cerca. Tanto me habían hablado de Rio, y tanto había escuchado sus sambas, en una Roda de Samba en Buenos Aires a la que asistía todos los jueves, que realmente quería tomarme un tiempo para conocer y entender las letras de aquellos sambas. Estar en los lugares que tanto había escuchado.

Viaje por tierra

Despedida de Argentina.

Terminal de Posadas, Misiones,estirando las piernas con mi abuela y mi mamá.

El viaje lo hice por tierra, y así entender la dimensión de espacio, cuanto nos separa y cuantos nos une. Me gusta el cruce de frontera, que en realidad una vez que uno está ahí…se da cuenta que la frontera no existe. Sí, es un límite geográfico  y político. Pero solo es un tramo de asfalto o calle de tierra donde transitan las personas y hacen trámites, y de un lado se está aquí, y del otro allá, pero culturalmente se comparten muchas cosas.

  • 9  de Diciembre de 2011 a las 8 pm salió el ómnibus rumbo a Rio de Janeiro, desde Retiro, Buenos Aires.
  • 10 de Diciembre llegué a Posadas, donde mis padres y mi abuela me esperaban en la terminal para despedirse y conversar, ya que después de una hora y media de descanso, el ómnibus seguía a Rio.

Así fue, entre charlas y mates, llegamos a Rio. En este primer viaje de más de un día conocí a un grupo de amigos 2 chicas y un chico que eran formados en turismo y educación física y se iban a trabajar a Buzios por temporada, y a una familia de argentinos ya radicados también en Buzios hacía 10 años.

De tanta charla me invitaron a quedarme unos días en Rio con ellos, pero yo tenía miedo de no cumplir con el objetivo de llegar a Ilha Grande, donde ya tenía 4 contactos con posibilidades laborales. Temía que me entusiasmase con la ciudad nueva y los aires cariocas me hagan perder el primer objetivo. Así que les agradecí, y ya 11 de Diciembre partí, entre la gente y mi mochila, con mi portugués de instituto preguntando en la Rodoviaria. Con el calor sofocante de diciembre, me tomé el Bus de Costa Verde, y rajé para Angra Dos Reis o Concepção de Jacareí, donde debería tomar un barco que me llevaría a Ilha Grande.

Llegada a Ilha Grande

 “O povo me recebeu ao melhor estilo brasileiro”.

Llegué a Concepção de Jacarareí, y mientras esperaba a que salga el barco a La isla, dí unas vueltas y llegué a un bar casi en frente a pocos metros de la playa, donde siendo las 16 horas festejaban un cumpleaños de um cara. Y ahí en mis primeros momentos brasileros, compartí una gelada y petiscos con los lugareños contándoles que fui a hacer allí y de donde venía. Y escuchando musiquita pagode, creo que del grupo        “swing e simpatía”. Así…un rato después tomé mi barquito, mi primer barquito a Ilha Grande, sin saber que ese paseo lo haría una y otra vez durante los próximos 5 meses.  Y ahí…en la isla…comienza esta historia.

Buenos Aires, un día de estos, por Bárbara V. Pérez.